En un viaje
histórico, se reunirá con el gobierno y con la disidencia
AP
WASHINGTON.El
presidente Barack Obama iniciará una nueva era en la historia de las ríspidas
relaciones entre Estados Unidos y Cuba con un viaje a la isla en pos de dos
objetivos aparentemente contradictorios: consolidar su política de
flexibilización y a la vez impulsar a los líderes comunistas de la isla a
torcer el rumbo.
La visita de
Obama a partir del domingo corona su ambicioso experimento diplomático: después
de medio siglo de hostilidad, los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría
mantienen contactos regulares.
Acompañado
por su familia, el presidente estadounidense paseará por las calles de La
Habana Vieja y se reunirá con el mandatario Raúl Castro. Asistirá a un partido
de béisbol y se reunirá con disidentes políticos.
Funcionarios
de la Casa Blanca dicen que Obama no minimizará las diferencias profundas y
persistentes. Sus declaraciones serán pasadas bajo la lupa para ver hasta qué
punto promueve las reformas y los derechos humanos.
Obama
también se reunirá con disidentes políticos. Sus experiencias viviendo bajo un
régimen unipartidista podrían explicar por qué muchos cubano-estadounidenses
ven el viaje de Obama como una deplorable capitulación ante un sistema cuyas
prácticas van en contra de los principios democráticos tan fundamentales para
Estados Unidos. Sin embargo, esa posición poco a poco se está convirtiendo en
minoritaria entre los cubano-estadounidenses, e incluso entre la población de
Estados Unidos en general.
Los
funcionarios de la Casa Blanca reconocen que Obama no puede pasar por alto las
profundas discrepancias con el régimen cubano. Aun cuando el mandatario esté
tratando de mejorar las relaciones, sus declaraciones y discursos durante sus
reuniones con Castro y con los disidentes serán examinados cuidadosamente para
evaluar hasta qué punto está presionando a La Habana a que modifique sus
prácticas.
El canciller
cubano Bruno Rodríguez criticó a Obama antes del viaje por insinuar que la
visita servirá para promover cambios políticos en la isla. Rodríguez denunció
que los cambios efectuados por Obama en política exterior no han servido de
nada y descartó la posibilidad de que el presidente de Estados Unidos pueda
influir en las ideas políticas de los cubanos.
Los
allegados de Obama y sus partidarios en el Congreso descalifican esa retórica.
Sostienen que seis décadas de políticas que intentaron aislar a Cuba no
lograron fomentar cambios y que por eso es el momento de intentarlo con
diplomacia.
Aun así, los
adversarios de Obama insisten en que está recompensando a un gobierno que viola
los derechos humanos y que mantiene una economía cerrada y un sistema político
con un partido hegemónico. Aunque Obama ha estado derogando algunas
restricciones hacia Cuba mediante acciones presidenciales, no ha logrado
persuadir al Congreso a que levante el embargo, una de las principales
exigencias cubanas.
"Hasta
el día de hoy, este es un régimen que da refugio a terroristas y a
prófugos", denunció el presidente de la Cámara de Representantes, el
republicano Paul Rya. "Desafortunadamente es poco probable que el
presidente hable sobre la necesidad de aplicar reformas durante su
visita".
EL LARGO
DIFERENDO ENTRE LOS GOBIERNOS
Cuba está
lista para recibir hoy a Barack Obama, el presidente de Estados Unidos que
apostó por la reconciliación de dos países enfrentados por más de cinco décadas
y que quiere hacer irreversible ese proceso de deshielo diplomático con esa
histórica visita. Obama será el primer presidente estadounidense en activo que
pisará Cuba desde 1928, cuando el republicano Calvin Coolidge asistió en La
Habana a una cumbre regional, y el único que hasta ahora lo ha hecho desde el
triunfo de la revolución castrista en 1959, fecha que abrió el largo diferendo
entre La Habana y Washington.
Quince meses
después de anunciar del restablecimiento de relaciones con Cuba y pasados ocho
desde la reapertura de embajadas, Obama llega a una isla que sigue siendo
comunista, aunque en proceso de “actualización” económica y social, y donde
EE.UU. ha dejado de ser el “enemigo” para convertirse en un vecino con el que
se ha abierto una nueva etapa. La mayoría de los cubanos no podía imaginar hace
apenas un año y medio las imágenes que van a poder ver en los próximos días: la
del presidente estadounidense aterrizando con su esposa e hijas en el
aeropuerto de la capital cubana; paseando en familia por La Habana Vieja o
asistiendo a un partido de béisbol en el mítico “Latino”.
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