Algunos de
los afectados afirmaron que propietarios de la envasadora de gas propano
afectada por una explosión en el sector de Los Ríos les han ofrecido apoyo
económico.
Por Argenida
Romero/ Diariolibre.com
SANTO
DOMINGO. A punto de caer la noche, Eleno Olivares observaba los escombros de lo
que fue su casa. La empezó a construir hace 18 años, luego de comprar un solar
junto a la envasadora de gas propano, ubicada en el sector Los Ríos del
Distrito Nacional, en donde se produjo una explosión la madrugada de ayer, y de
la que él y su familia salieron ilesos.
-¿Pensó
alguna vez al peligro que se exponía? ¿No imaginó que pudiera ocurrir una
explosión como la de hoy?
El señor
Olivares toma unos minutos para contestar.
-No, no lo
pensé cuando hice mi casa aquí. Con el tiempo sí, fui analizando el peligro,
pero no imaginé algo así.
Afirma que
cuando inició la construcción de su vivienda, que alcanzó los tres pisos, había
pocas casas en el lugar. “La gente compró solares y empezó a construir. Los que
tenían más tiempo aquí me dijeron que cuando iban a instalar la planta se
quejaron y protestaron, pero que al final la pusieron ahí”.
Sin embargo,
Olivares no lamenta la pérdida de su casa, sino que agradece que ni sus seis
hijos, ni su esposa, ni su nieto resultaran lesionados. También expresa sus
gracias a Dios porque sus inquilinos, tres familias que vivían en el segundo y
tercer piso, lograrán salir de la zona antes de la explosión.
“Esto se
nubló de gas y eso dio tiempo a salir de aquí. Eso fue lo mejor que pudo
suceder. Cuando esto explotó ya yo estaba en el jardín (El Botánico)”, expresa
el señor Olivares, quien dijo que pasaría la noche en casa de familiares.
A pocos
pasos de Eleno, en la estrecha calle La Fe, se encontraba Manuel de los Santos.
“Me mudé aquí hace tres años, pero he viví once años cerca de aquí”, explica.
La casa alquilada en la que vive Manuel tiene todas las ventanas rotas. Su
carro está completamente destruido.
-¿Cuándo se
mudó aquí pensó en el peligro de la envasadora?
- No, no
pensé en eso.
El señor De
los Santos comenta que pensaba sacar los enseres de mayor valor, ante el miedo
de que se produjeran robos, a pesar de que dos policías están sentados junto a
la puerta de su casa. En la entrada de la calle, detrás de una cinta amarilla,
decenas de personas observan, vienen y van, y hacen comentarios sobre los
daños.
La familia
de siete miembros del señor Manuel de los Santos se dividió en varias casas de
familiares donde permanecerán, dice, hasta que la casa se repare.
Empresa ofrece ayuda
Tanto
Olivares como De los Santos aseguraron que los propietarios de la envasadora de
gas propano estuvieron en la zona observando los daños, y prometieron compensar
sus pérdidas.
“Están
dispuestos a ayudar. Me dijeron que si me construían la casa o un cheque por el
valor de ella. Yo prefiero venderles el terreno e irme a otro lugar a hacer mi
casa”, considera el señor Olivares.
En tanto,
Manuel De los Santos dijo que también le ofrecieron apoyo económico. “Veremos.
Quiero arreglar mi carro, que como usted ve quedó destruido”, dice mientras
señala los restos del vehículo debajo de varias planchas de zinc.
os menos
visibles
Al final de
la calle La Fe, un espacio separado de la entrada de la vía por los escombros
de la casa de Eleno Olivares que obstruyen el paso, están los afectados menos
visibles.
“Vengan por
aquí. Los periodistas no han venido por aquí”, dice Marileydi Ramírez mientras
desvía a los reporteros que ve y los guía por un callejón desde la avenida
Circunvalación hasta otro callejón al final de la calle La Fe. Ya es de noche.
La poca
visibilidad no deja ver en detalle los daños de las casas, que carecen prácticamente
de espacio de separación entre una y otra. Al fondo una casa azul dividida en
dos espacios, cada uno para una familia, está sin techo y quemada por dentro.
“Nosotros
nos salvamos porque escuchamos la bulla. Cuando salimos todo esto estaba lleno
de un humo blanco y salimos corriendo. Al poco rato escuchamos la explosión”,
expresa agitado Franklin Mateo, quien vive como inquilino en uno de los dos
espacios de la vivienda azul, cuyo interior está casi totalmente quemado.
Franklin no
tiene donde quedarse. “Dormiré como pueda dentro de la casa”.
“Yo no vi a
los propietarios de la empresa. Espero que nos ayuden”, dice Flavia Rodríguez,
ocupante del otro lado de la vivienda y que dice perdió todo. “Y yo
construyendo mi casa para irme de aquí, pero pasó esto”, se lamenta.
Ambos tienen
cinco años residiendo en el lugar.
-¿Temieron
en algún momento que pasara algo como esto?
Ambos
contestaron con un no.
De reversa
en el callejón, otra casa con el techo parcialmente derrumbado. “Tengo ocho
meses aquí”, comenta con una vela en mano Berenice Suero al tiempo de recoger
lo poco que quedó en su cocina para llevarlo a casa de un familiar donde pasará
la noche con tres
No hay comentarios.:
Publicar un comentario